Máscara yelmo Goli Glen. Cultura Baoulé, Costa de Marfil. h. 1920. Madera patinada, pintura lacada y clavos de hierro. 84 x 35 x 35 cm. Marcas históricas de uso continuado. Restaurada en origen.
Los Baoulé emigraron de Ghana a Costa de Marfil por motivos dinásticos. No tallaban en madera pero sí fundían el metal. Poco a poco, por influencia de los Guro y los Senufo, aprendieron a esculpir la madera aportando técnicas de orfebrería. El resultado es mundialmente admirado ya que sus esculturas, muy naturalistas y finas, evocan ternura y lirismo. Existe una excepción: las máscaras de culto Goli, que tienden a ser esquemáticas y abstractas.
El culto Goli está relacionado con la familia, formada por padres e hijos. Se representa con dos parejas de máscaras, masculinas y femeninas. La máscara Goli Glen, masculina, hace referencia al todopoderoso espíritu de la naturaleza y suele tener la forma de una sutil mezcla de animales que lo evocan: un búfalo, un antílope, un cocodrilo o un águila. Son animales que también representan, a otro nivel, la tierra, el agua y el aire.
La aparición de Goli Glen en la aldea se asocia con la jefatura masculina, y con la muerte de todo lo que perturbe la comunidad. En su día, incluso la administración colonial francesa reparó en la amenaza que suponía esta tradición. Para esta misión cuenta con una fuerza sobrenatural que obtiene de los pigmentos rojos que croman la máscara (una apropiación de los símbolos coloniales de poder), y de las "medicinas" ocultas bajo una capa. Mientras danza anuncia su poder golpeando con su bastón la piel de un antílope clavada a la espalda, que produce un ruido similar al de un disparo. Esta agresiva máscara patrulla de noche emitiendo espeluznantes sonidos de cuerna para aniquilar brujas y demonios, abate a los enemigos en la guerra y honra los funerales de altos dignatarios.
En las danzas, Goli Glen interactúa con otras máscaras en un intrincado teatro simbólico que finaliza con una escena de amor con su consorte femenino: se retiran al santuario del bosque sagrado, de forma que representan el eterno retorno a la naturaleza de todo lugar, antes poblado y ahora abandonado por el hombre.
El escultor de estas piezas manifiesta su genialidad al tallar un bloque cilíndrico de madera, sin bocetos ni estudios preparatorios, y logra un bello grado de abstracción. Esa artisticidad ha sido muy reconocida por personajes como Picasso, que poseía una Goli Glen, Rockefeller, que donó un ejemplar al Museo de Arte Moderno de Nueva York, o la legendaria familia Verité, cuya colección contaba con una máscara que fue subastada en París hace una década. También se puede admirar otro ejemplo en el museo Barbier-Mueller de Ginebra.
Agradecemos a Don Ramón Sanz Garvín, experto en arte africano, su ayuda en la catalogación de esta pieza. 84 x 35 x 35 cm
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